zapatistas
MAYORÍA DE EDAD
por Gloria Muñoz Ramírez
Periodista, autora del libro “El fuego y la palabra”
Hace 18 años el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) irrumpió en la vida pública del país y del mundo. Este primero de enero la insurrección llega a la mayoría de edad, una madurez política protagonizada por el trabajo cotidiano de más de mil comunidades indígenas que organizan su autonomía en un proceso aún incomparable con los muchos que se levantan a lo largo y ancho del país. En las cinco regiones de Chiapas declaradas en rebeldía sigue habiendo un ejército regular levantado en armas. No las usa, es cierto, pues es vigente el compromiso por la paz que hizo con la sociedad civil desde los primeras semanas de 1994.
Hace 18 años los zapatistas llegaron para quedarse, a pesar de las múltiples embestidas militares, paramilitares, de contrainsurgencia, intelectuales, de medios de comunicación y de partidos a las que resistieron durante los gobiernos federales de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, y actualmente de Felipe Calderón.
Hace 18 años los zapatistas tzotziles, tzeltales, zoques, mames, tojolabales, choles y mestizos, hicieron su aparición pública con la toma de siete cabeceras municipales de Chiapas. No son los mismos los de entonces y de ahora, como tampoco es el mismo el país que los vio nacer en la clandestinidad en 1983, el que los recibió la madrugada del primero de enero de 1994, el que recorrieron de sur a norte en 2006, ni el que en este momento se encuentra hundido en una guerra contra el narcotráfico que ha cobrado la vida de más de 50 mil personas.
El seis de mayo pasado, en una multitudinaria manifestación, luego de cinco años de no tener presencia fuera de su territorio, más de 20 mil bases de apoyo unieron su grito y silencio al reclamo del Movimiento por la Paz. Su postura fue la misma de hace 18 años: No estamos aquí para señalar caminos, ni para decir qué hacer, ni para responder a la pregunta de qué sigue.
La lucha zapatista no nació ni continuó con reivindicaciones puramente indígenas. Desde un principio, cuentan, se planteó la lucha nacional. El teniente coronel Moisés alguna vez explicó que en 1983 se preguntaban: ¿Cómo le vamos a hacer para conseguir buena salud, buena educación, buen techo, para todo México? En esos primeros 10 años adquirimos muchos conocimientos, experiencias, ideas, formas de organizarnos. Y pensábamos: ¿cómo nos va a recibir el pueblo de México (porque no le llamábamos sociedad civil)? Y pues pensábamos que nos van a recibir con alegría, porque de por sí vamos a pelear y a morir por ellos, porque queremos que haya libertad, democracia y justicia para todos. Pero al mismo tiempo pensábamos ¿Cómo será? ¿Será que si nos van a aceptar?
Ver video en
http://vimeo.com/34438689
por Gloria Muñoz Ramírez
Periodista, autora del libro “El fuego y la palabra”
Hace 18 años el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) irrumpió en la vida pública del país y del mundo. Este primero de enero la insurrección llega a la mayoría de edad, una madurez política protagonizada por el trabajo cotidiano de más de mil comunidades indígenas que organizan su autonomía en un proceso aún incomparable con los muchos que se levantan a lo largo y ancho del país. En las cinco regiones de Chiapas declaradas en rebeldía sigue habiendo un ejército regular levantado en armas. No las usa, es cierto, pues es vigente el compromiso por la paz que hizo con la sociedad civil desde los primeras semanas de 1994.
Hace 18 años los zapatistas llegaron para quedarse, a pesar de las múltiples embestidas militares, paramilitares, de contrainsurgencia, intelectuales, de medios de comunicación y de partidos a las que resistieron durante los gobiernos federales de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, y actualmente de Felipe Calderón.
Hace 18 años los zapatistas tzotziles, tzeltales, zoques, mames, tojolabales, choles y mestizos, hicieron su aparición pública con la toma de siete cabeceras municipales de Chiapas. No son los mismos los de entonces y de ahora, como tampoco es el mismo el país que los vio nacer en la clandestinidad en 1983, el que los recibió la madrugada del primero de enero de 1994, el que recorrieron de sur a norte en 2006, ni el que en este momento se encuentra hundido en una guerra contra el narcotráfico que ha cobrado la vida de más de 50 mil personas.
El seis de mayo pasado, en una multitudinaria manifestación, luego de cinco años de no tener presencia fuera de su territorio, más de 20 mil bases de apoyo unieron su grito y silencio al reclamo del Movimiento por la Paz. Su postura fue la misma de hace 18 años: No estamos aquí para señalar caminos, ni para decir qué hacer, ni para responder a la pregunta de qué sigue.
La lucha zapatista no nació ni continuó con reivindicaciones puramente indígenas. Desde un principio, cuentan, se planteó la lucha nacional. El teniente coronel Moisés alguna vez explicó que en 1983 se preguntaban: ¿Cómo le vamos a hacer para conseguir buena salud, buena educación, buen techo, para todo México? En esos primeros 10 años adquirimos muchos conocimientos, experiencias, ideas, formas de organizarnos. Y pensábamos: ¿cómo nos va a recibir el pueblo de México (porque no le llamábamos sociedad civil)? Y pues pensábamos que nos van a recibir con alegría, porque de por sí vamos a pelear y a morir por ellos, porque queremos que haya libertad, democracia y justicia para todos. Pero al mismo tiempo pensábamos ¿Cómo será? ¿Será que si nos van a aceptar?
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http://vimeo.com/34438689
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