ISCA :: Instituto Superior de Catequesis Argentino

"Naturaleza y finalidad de la Misión

a. Partir de una necesaria conversión

“Se trata de despertar en los cristianos la alegría y la fecundidad de ser discípulos de Jesucristo (…) La misión nos lleva a vivir el encuentro con Jesús como dinamismo de conversión” (p.11)

La Misión Continental se propone generar un proceso de conversión personal, pastoral y eclesial que parta del encuentro con Cristo. Ya en la Conferencia de Santo Domingo1 se había manifestado la necesidad de una conversión pastoral. La formación de discípulos y misioneros pasa primeramente por ello: “Todas las auténticas transformaciones se fraguan y forjan en el corazón de las personas e irradian en todas las dimensiones de su existencia y convivencia. No hay estructuras si no hay hombres nuevos y mujeres nuevas que movilicen y hagan converger en los pueblos ideales y poderosas energías morales y religiosas” (DA 538)

Algunas señales evidencian que el modelo evangelizador llevado a cabo hasta el momento presente muestra un desgaste:
La fe católica ha sido reducida a un bagaje doctrinal y moral
Las prácticas de devoción se viven de manera fragmentada
La adhesión a las verdades de fe es parcial y selectiva
La participación en los sacramentos es ocasional 2
La transmisión de las tradiciones, incluidas las religiosas, de una generación a otra no se da ya con fluidez3
La migración de católicos a otros grupos cristianos y religiosos va en aumento4

Todo ello configura una identidad personal y comunitaria cristiana débil y sujeta a los vaivenes históricos.

Las mismas estructuras eclesiales se han ido convirtiendo en entidades pragmáticas5, aisladas6, burocráticas7, con escasa solidaridad8, excluyentes9 y poco participativas10.

La catequesis desarrollada hasta hace poco se ha centrado en una transmisión-asimilación doctrinal, dirigida masiva y predominantemente a niños y adolescentes procedentes de familias cristianas. El proceso catequético ha tenido hasta hace poco un tinte de carácter escolar: dirigido a niños y adolescentes, centrado en el contenido a asimilar, conducido por el catequista-docente, con lenguajes basados en el catecismo y la pizarra, dirigidos hacia la recepción sacramental, con evaluaciones eminentemente conceptuales. Como consecuencia el modelo de cristiano y de comunidad resultantes se ha manifestado débil y desinteresado por un proceso de crecimiento y formación de tipo permanente.

De ahí la necesidad expresada en la frase “recomenzar desde Cristo” que expresa el deseo de llevar a cabo una evangelización (y en ella una catequesis de carácter iniciática) que no repita el modelo histórico de cristiandad sino que vuelve a la fuente, al punto de partida original que es Jesucristo y las primeras comunidades de donde parte la experiencia cristiana genuina y auténtica11.

El cambio de paradigma catequético exigirá, por lo tanto, buscar y discernir nuevas formas de acompañar el camino de fe no solo de los que se adhieren a Cristo como discípulos por primera vez, sino de aquellos que, habiendo recibido este don en la infancia, no lo han acrecentado en su vida. Aparecida hace su apuesta por el modelo operativo de iniciación cristiana como manera ordinaria e indispensable para llevar a cabo la evangelización12.

Para una Misión de carácter permanente

“Estado permanente de misión implica una gran disponibilidad a repensar y reformar muchas estructuras pastorales (...) Pero ello debe llevar naturalmente a forjar estructuras abiertas y flexibles capaces de animar una misión permanente en cada Iglesia Particular” (p. 13)

La Misión es entendida como un acontecimiento que, si bien tuvo un lanzamiento oficial a nivel latinoamericano (17 de agosto de 2008) como elemento visible, será un proceso que tomará un tiempo no delimitado por una fecha de conclusión. Se trata, en definitiva, de hacer un proceso de conversión no sujeto a un tiempo definido13.

En términos catequéticos, el paradigma de Iniciación Cristiana lleva a repensar todo el proceso evangelizador, dejando a un lado los modelos basados en un ambiente escolar que homogeneizaba el crecimiento en la fe de una manera lineal y progresiva. La Misión Continental puede ser un espacio ideal para tomar más en serio los procesos de conversión y discernimiento, dedicando un tiempo más reposado para proponer y llevar a cabo el Kerigma14. Aparecida recalca la necesidad de un tiempo largo en el que se establezca un itinerario respetuoso del caminar de cada persona15. En atención a los destinatarios, los procesos de iniciación y catequesis deben estar permeados de cierta flexibilidad y apertura, reconociendo que la acogida y vivencia de la fe se llevan a cabo de manera lenta, con avances y retrocesos en un proceso de descubrimientos y abandonos que pueden involucrar tiempos prolongados a lo largo de toda la vida.

Una acción continental que es esencialmente misionera

“Un objetivo esencial de la Misión Continental es tomar conciencia de que la dimensión misionera es parte constitutiva de la identidad de la Iglesia y del discípulo del Señor. Por eso, a partir del Kerigma, ella pretende revitalizar el encuentro con Cristo vivo y fortalecer el sentido de pertenencia eclesial. ” (p. 17)

Colocar a la Iglesia en estado permanente de misión (DA 551) recuerda que la Iglesia es, en su ser, un ente misionero16. Realiza su objetivo dejando atrás el modelo pastoral de conservación para adentrarse sin miedo en una pastoral decididamente misionera17. Compartir con otros el regalo del encuentro con Cristo amplía también los horizontes de comprensión de lo que entendíamos como Misión Ad Gentes, dejando de ser una propuesta evangelizadora enfocada a una circunscripción geográfica y jurídica para abarcar los ámbitos sociales y culturales del mundo entero18.

Dentro de esta vocación misionera de la Iglesia, cambia también el concepto de la catequesis que debe encontrar su lugar dentro del dinamismo misionero. La Iniciación a la Vida Cristiana puede constituirse en la propuesta que la comunidad de creyentes hace a aquellos que, libremente quieren conocer y compartir el tesoro de la amistad con Cristo19.

Y este dinamismo misionero no puede dar por supuesto que los que ya han recibido el mensaje cristiano están exentos de una puesta al día. En este sentido, una propuesta formativa catequética de carácter iniciático requiere de formadores que hayan hecho la experiencia de re-iniciarse en la vida cristiana para poder acompañar a otros. Será por ello que la Misión no se pretende que inicie directamente con la evangelización, sino con una concientización en los agentes que la llevarán a cabo. Quizá, en este sentido, la verdadera misión de la Iglesia se realizará primeramente en la lenta conversión de los que ya están dentro y deben llevar a cabo el proceso.

a. El Kerigma como punto de partida

Una catequesis repensada en términos misioneros20 debe revisar los presupuestos desde los que partía en una sociedad cristiana con una transmisión de la fe asegurada. El nuevo contexto latinoamericano lleva a tomarse muy en serio la primera etapa del proceso evangelizador subrayada por Evangelii Nuntiandi21 y Catechesi Tradentae y recogida por el Directorio General para la Catequesis, es decir, la acción misionera22. Ésta está dirigida tanto a los no creyentes o indiferentes como también a los que han recibido los sacramentos de iniciación pero que no han hecho una opción clara por Jesús y su Evangelio23.

Retomar la acción misionera como punto de partida lleva a provocar en la persona el interés por Jesús y su mensaje, abriendo el corazón a la búsqueda, la disponibilidad y una posible actitud de fe. Tomando el modelo de los primeros cristianos, la acción misionera implica el testimonio de caridad, presencia, apertura al diálogo24, promoción humana en la sociedad como medios de preparar el terreno para la proclamación del Kerigma25.

Cabe hacer notar que hasta ahora los esfuerzos dedicados a esta primera fase del proceso evangelizador no han sido suficientes. Ello hace que, tanto en Aparecida, en la Tercera Semana Latinoamericana de Catequesis como en las orientaciones para la Misión Continental, el elemento kerigmático quede resaltado constantemente como parte fundamental e hilo conductor de todo itinerario de crecimiento en la fe26.

El paso del Kerigma a la iniciación cristiana estará señalado por el momento de conversión inicial o, en el caso de cristianos no suficientemente evangelizados, de reconversión a Cristo. No es fácil establecer en términos cronológicos precisos cuando se lleva esto a cabo27. En todo ello el proceso de iniciación cristiana está llamado a discernir con más detenimiento los tiempos y etapas alejándolos de convencionalismos sociales o tradicionales centrados en la recepción sacramental para dar paso a itinerarios que privilegien el encuentro de la persona consigo mismo y con Jesucristo.

b. Con unos elementos indispensables para el encuentro con Cristo

La Misión Continental llama a privilegiar cuatro lugares que llevan al creyente a una experiencia de encuentro con Jesús:

1. La Palabra de Dios, como forma de acercarse al mismo Jesús, de beber de su mensaje, de compenetrarse de sus vivencias, para luego poderlas compartir con los demás. La catequesis está llamada a ser “una auténtica introducción a la lectio divina”28 partiendo del contacto asiduo de los textos que llevan al discípulo a escuchar de la boca de su Señor los hechos acaecidos que son Historia de Salvación y que hoy se prolongan en la historia personal, familiar y social29.

2. En la Eucaristía, Jesús atrae hacia sí y hace entrar en el dinamismo de amor a Dios y al prójimo configurando la identidad del discípulo. Las orientaciones respecto a la Misión Continental recuerdan la íntima relación que tiene este sacramento con los demás sacramentos de Iniciación Cristiana dejando entrever que la catequesis no se circunscribe únicamente a la recepción de los mismos sino que va más allá: celebrar el misterio de Jesús en la Eucaristía lleva, a su vez, a la incorporación viva dentro de una comunidad y al seguimiento dentro de la misma30.

3. La Comunidad, en sus diferentes facetas (familiar, parroquial, de grupos de base, de consagrados) está llamada a ser escuela de fe, testimonio y comunión31. La actividad catequética debe ser asumida no por unos pocos miembros sino por la comunidad entera32, pero en los tiempos actuales, en los que no se da por descontado la fe de los cristianos tampoco se puede dar por supuesta la existencia de comunidades o las relaciones de los miembros entre sí. La tarea catequética puede ser una forma de potenciar la comunión a nivel familiar, la acogida y sentido de pertenencia en las pequeñas comunidades, la corresponsabilidad a nivel parroquial y de vida consagrada y la participación de todos en la actividad pastoral33.

4. Finalmente los pobres, rostro tangible del Señor posibilitan la puesta en práctica de una forma de catequesis social incisiva (DA 505) que promueva la participación personal y grupal en la defensa de los derechos de los excluidos, la presencia en los medios de comunicación social y la participación en entidades relacionadas con el mundo de la política34.

Hno. Balbino Juárez fms
Guatemala, 8 de marzo de 2009
Día internacional de la Mujer y Segundo Domingo de Cuaresma

“Lo toca todo y a todos: en la conciencia y en la praxis personal y comunitaria, en las relaciones de igualdad y autoridad; con estructuras y dinamismos que hagan presente cada vez con más claridad a la Iglesia, en cuanto signo eficaz, sacramento de salvación universal” (SD 30)

Cf DA 12

Cf DA 39

Cf DA 100f

“Es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad…” (DA 12)

“Algunos Movimientos eclesiales no siempre se integran adecuadamente en la pastoral parroquial y diocesana…” (DA 100e)

“Una parroquia, comunidad de discípulos misioneros, requiere organismos que superen cualquier clase de burocracia.” (DA 203)

“Falta solidaridad en la comunión de bienes al interior de las Iglesia locales y entre ellas” (DA 100e)

“Es necesario superar una mentalidad machista que ignora la novedad del cristianismo” (DA 453) “Las mujeres son las primeras transmisoras de la fe y colaboradoras de los pastores quienes deben atenderlas, valorarlas y respetarlas” (DA 455)

“Es necesario que el laico sea tenido en cuenta con un espíritu de comunión y participación” (DA 203)

Manuel Jiménez recuerda que “la experiencia de ‘recomenzar’ se trata de dejar de vivir con la nostalgia y apegos a otras épocas y de asumir la novedad del momento, no de modo acrítico e irreflexivo, sino con fidelidad a Jesús y a su Palabra. Cf. Jiménez Manuel, La catequesis es un contexto de pastoral misionera. Una mirada desde Aparecida, p. 63. en http://www.seminariobogota.org/index4.html También puede expresar el redescubrimiento de la condición de bautizados, “redescubrir eso que en el Apocalipsis se dice de las Iglesias: redescubrir el amor primero” Entrevista a Manuel Jimenez, El gozo de ser discípulos de Jesús” en Umbrales, revista 194, 1 de marzo de 2009, en http://www.chasque.net/umbrales/rev194/PAG26.HTM

Cf. DA 287 y 294

El documento más adelante habla de un itinerario de cuatro etapas que entre sí son simultaneas, flexibles e irradiantes. (Cf. p.50) pero siempre entendiéndolo no como un programa o proyecto, sino como un compartir la experiencia del encuentro con Jesucristo. (Cf DA 145)

Cf. Gevaert, Joseph, Primera Evangelización, Aspectos Catequéticos. CCS, Madrid, 1992, p.10

“Llegar a la estatura de la vida nueva en Cristo, identificándose profundamente con Él y su misión, es un camino largo, que requiere itinerarios diversificados, respetuosos de los procesos personales y de los ritmos comunitarios, continuos y graduales” (DA 281)

Cf. DA 347

Cf. DA 369

Cf. DA 375

Cf. Conferencia de los Obispos de Francia, Texto para la orientación de la catequesis en Francia y Principios de organización. CCS, Madrid, 2008, p. 27

La propuesta no es nueva, ya el DGC, al final de la introducción, presentaba como desafío de la catequesis el ofrecer una propuesta evangelizadora con acentuado carácter misionero (Cf. DGC 33)

EN 24; CT 18

Cf DGC, 49

En este sentido, la Misión Continental enfoca el dinamismo misionero hacia dentro de sí misma y no tanto hacia los que no conocen a Cristo.

Cf. DGC, 48

El Kerigma es parte medular en el ser y quehacer de la Iglesia. Es concebido como el anuncio alegre, directo e incisivo de Cristo vivo, el fundamento e hilo conductor del proceso evangelizador, la línea programática que no puede faltar en los planes pastorales. Cf. Tercera Semana Latinoamericana de Catequesis, Hacia un nuevo paradigma de la catequesis, CELAM, Bogotá, 2006, nn. 13, 18, 24 y 25

“La preocupación ampliamente expresada por los distintos agentes de pastoral de revivir esta dimensión kerigmática del ser y del quehacer de la Iglesia, manifiesta claramente que en nuestras catequesis la ausencia del kerigma es un vacío de grandes consecuencias que se traducen en la presencia de una gran masa de bautizados no convertidos” (3SLAC, 20)

Dionisio Borobio señala algunos elementos a tenerse en cuenta: la des-centración de la propia personalidad, poniendo en crisis o rechazo los propios valores que no son acordes al Evangelio; el encuentro con el Dios de Jesús que ofrece un sentido a la propia vida; la re-unificación del convertido en torno a unos valores con con-centran la personalidad y la identificación con la comunidad de los creyentes. Borobio, Dionisio, Catecumenado e iniciación cristiana. Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2007, 98-99.

DGC 128.

Monseñor Víctor Sánchez menciona que uno de los grandes aportes de Aparecida es precisamente el rescate del papel fundamental de la Palabra de Dios en su doble manifestación: escrita y acontencida. Cf. Sánchez Víctor, El gran reto de la Misión Continental en América Latina, Celam, Bogotá, 2008, p.284

Cf. La Misión Continental para una Iglesia Misionera, p. 20

Cf. DA 170

Cf. DGC 220.

Aparecida lo expresa afirmando que “ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera” (DA 365)

Cf. La Misión Continental para una Iglesia Misionera, p. 24"

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