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Mostrando entradas de octubre, 2010

evangelio y religión - Castillo

El hecho es que, como dice Comblin, las cosas han llegado a ponerse de manera que Jesús es más “objeto de culto” que “modelo de seguimiento”. Pero de sobra sabemos que el culto no cambia la vida de la gente, sino que más bien la tranquiliza. Sólo el seguimiento - que es lo que Jesús les pidió a los discípulos - sería capaz de movilizar a la gente para reorganizar una Iglesia más de acuerdo con el evangelio, aunque eso tuviera el enorme coste del enfrentamiento con tantos elementos anticristianos que han marcado la cultura en que vivimos. Para terminar, una observación. El seguimiento de Jesús no es posible si no se vive una espiritualidad muy honda, una fe fuerte en el Padre del Cielo, como lo vivió el propio Jesús. En definitiva, se trata de comprender y asumir que seguramente nos sobran ritos y ceremonias; y nos falta la necesaria mística para seguir a Jesús.

pensamientos de un amigo... para pensar

Iglesia y derechos La Iglesia no es ni ha sido históricamente, salvo en casos puntuales, generadora de derechos. Su código es absolutamente coercitivo, punitivo, condenatorio y negativo. Cuando la Jerarquía habla del factor humano siempre lo sitúa en el dolor, la cruz, el sufrimiento. El cristiano se identifica así con Jesús. Consciente de que el hombre busca a los dioses más en los momentos de angustia que de felicidad, la Iglesia sabe que no puede desperdiciar esa baza de la soledad humana y la encauza hacia vírgenes dolorosas y cristos dolientes. La imaginería española da buena fe de ello. Generar derechos es abrir horizontes, reconocer que la especie humana evoluciona y peregrina hacia metas reales por utópicas. Definir al hombre es abrirlo a sí mismo. No es, sino que deviene. El existencialismo descubrió dimensiones nuevas para el quehacer humano. Imprimió una dinámica enriquecedora. Pero la Iglesia se ha quedado en la cosificación. Y bajo la adhesión ciega a un derecho natural